El hombre, como un ser con un sustrato biológico, psicológico y social, depende de la armonía en estas tres áreas para su bienestar y felicidad, la Organización Mundial de la Salud define como salud el estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. El progreso y desarrollo de la medicina ha permitido el alivio de muchas dolencias físicas que por años han azotado a la humanidad de tal manera que hasta en los lugares más alejados de la civilización se puede disfrutar de la salud física. Pero qué pasa cuando la afección que se padece es de índole psicológica o emocional, es triste ver que en pleno siglo XXI todavía persista la idea de que el psiquiatra o el psicólogo son para “locos”, cuanta gente va por la vida sufriendo de angustia, depresión, insatisfacciones, frustraciones, celos, obsesiones, traumas, complejos y temores, todo por el miedo a ser juzgado, a ser estigmatizado por la falsa idea de que el que va con estos especialistas es porque está loco. Hay muchos ejemplos de lo anterior, algunos pudieran ser los siguientes: Parejas en conflicto, que aun cuando los dos están siendo afectados y sufren las consecuencias del conflicto, cuando uno de los miembros de la pareja sugiere buscar ayuda profesional, el otro se rehúsa argumentando “ve tú, yo no estoy loco, tu eres quien lo necesita”, sin darse cuenta que al asumir esta actitud elimina la posibilidad de una resolución del conflicto, corriendo el riesgo incluso, de un rompimiento que terminará afectando a los dos. Otro ejemplo, desafortunadamente muy frecuente, es el de la persona que sufre de depresión, enfermedad muy común y frecuente que afecta aproximadamente a un 15 % de la población y que según la OMS, en el año 2020 será una de las principales enfermedades incapacitantes a nivel mundial. L a persona que sufre depresión vive sintiéndose abatida, con dificultad para cumplir con sus obligaciones, con un grado persistente de tristeza, irritabilidad, incapacidad para sentir placer o gusto por las cosas, trastornos del sueño y a pesar de todo esto, rehúsa buscar ayuda psiquiátrica y/o psicológica por no ser considerado “loco” o “débil”. Otro ejemplo de personas que evitan buscar ayuda aun y cuando saben que la necesitan son aquéllos que tienen problemas con la ingesta de bebidas alcohólicas o consumo y abuso de sustancias, cuantas personas que viven haciéndose el propósito de no volver a tomar, que viven prometiéndole a la familia “esta es la última vez”, “te lo juro que no vuelvo…”. Otro ejemplo es el de aquellas personas que viven sufriendo un duelo enfermizo por una relación que terminó y que no se resignan a dar por terminada la relación, o aquellas mujeres u hombres también que viven sufriendo una relación sentimental matizada de maltratos y violencia de todo tipo y por último está el caso de aquellas familias que viendo en algún ser querido la manifestación de la enfermedad mental, se rehúsan a aceptar la misma y prefieren hacerse a la idea de que “esta chiflado”, “se está haciendo” o peor todavía, prefieren pensar que su familiar tiene algún “hechizo” o “mal puesto” y por consecuencia, en vez de llevarlo al psiquiatra para un tratamiento adecuado y más efectivo, lo llevan con curanderos, perdiendo de esta manera tiempo y dinero. Es importante considerar que las alteraciones emocionales, desde las más leves hasta los trastornos mentales graves, mejoran su pronóstico con un buen abordaje terapéutico que le permita a la persona una mejor adaptación y un mejor manejo del estrés.
¿Qué diferencia hay entre un psiquiatra y un psicólogo?, el psiquiatra tiene una formación académica como médico y además la especialidad en psiquiatría que lo faculta para el tratamiento de las enfermedades mentales y para esto puede recetar medicamento cuando sea necesario, además puede brindar psicoterapia, siempre y cuando tenga el entrenamiento respectivo. Por su parte, los psicólogos tienen una formación académica como tal y posteriormente estudios de postgrado que los facultan como clínicos y es entonces que pueden brindar también ayuda psicoterapéutica. La psicoterapia o tratamiento psicológico consiste en una serie de técnicas, principalmente verbales e interacciónales entre el paciente, la familia, la pareja, según sea el caso y el terapeuta. Existen diferentes tipos de terapias, desde el famoso psicoanálisis desarrollado por Sigmund Freud donde el paciente se acuesta en un diván y habla de sus experiencias de la infancia, la terapia del juego para los niños, la terapia de grupo, la terapia conductual, la terapia Gestalt, la terapia cognitiva-conductual, y la terapia de familia o de pareja.
Algunos mitos más con respecto a la psicoterapia es creer que hay que remover y recordar cosas dolorosas del pasado, creer que de nada sirve el hablar con alguien de nuestros problemas, pensar que los problemas personales solo uno los puede resolver y sumado a esto, la pena o vergüenza que pudiéramos sentir al tener que hablar con un extraño nuestras cosas. Cuando uno supera estas resistencias y decide buscar ayuda es entonces que descubre el valor y la importancia de tener alguien en quien confiar, alguien que nos puede ayudar a ver los problemas de una manera positiva, alguien que no va a solucionar nuestra vida pero si ayudarnos a lograr el éxito y encontrar la felicidad al desarrollar un conocimiento de nosotros mismos, saber del porque reaccionamos como reaccionamos y mejor todavía, como podemos reaccionar mejor.
“Conócete a ti mismo” Sócrates